La parábola del padre amoroso-parte 1
En la versión traducción en lenguaje actual de la biblia, la parábola del hijo pródigo se menciona como: El padre amoroso. Me encanta esta traducción de esta tan conocida parábola porque efectivamente, está llena de enseñanzas sobre crianza. Jesús nos revela el corazón de Dios como padre frente a una situación de rebeldía y frustración de sus hijos.
Si deseas puedes revisarla, está en Lucas capítulo 15 versos 11-31.
En resumen, se trata de un padre con 2 hijos. El hijo menor le pide a su padre que le dé por adelantado la parte de su herencia. Su padre se la da, y el hijo se va y la despilfarra en vicios y mujeres hasta que lo pierde todo. Entonces decide buscar trabajo para poder comer algo, y consigue empleo como cuidador de cerdos. En ese momento, deseaba poder comer aunque sea la comida que tenían los cerdos y piensa que aún los empleados de su padre tienen mejor comida, entonces decide regresar a pedirle que lo reciba, que no lo reconozca como su hijo pero que le permita ser al menos su empleado. Cuando su padre lo ve a lo lejos corre hacia él, lo abraza, lo besa y le hace una gran fiesta de bienvenida.
Vamos a ver ahora cuánto nos enseña Jesús sobre crianza en esta parábola:
1. Amor inmerecido (Gracia)
Lo primero que me llama la atención de esta parábola es que el hijo no regresa a la casa porque se arrepiente de su comportamiento. Este hijo regresa porque tiene hambre y se le acabó todo el dinero.
¿Qué debería hacer un padre con un hijo después de haberse gastado todo el dinero de su herencia? Estamos hablando que no es sólo mucho dinero sino que son años de esfuerzo y trabajo que le debe haber costado a su padre. Es todo un legado desperdiciado y el apellido de su padre manchado.
¿Debería castigarlo? ¿Debería reprocharle?
Este hijo desechó todo el esfuerzo de años de padre de la peor manera, pero su padre lo recibió con los brazos abiertos y le hizo una gran fiesta, le dió lo que su hijo no merecía, eso es gracia.
¿Eso quiere decir que debo apañar todos los malos comportamientos de mi hijo? En lo absoluto, nuestros hijos deben saber que sus acciones tienen consecuencias, pero consecuencias naturales, no consecuencias disfrazadas de castigos. Los que vivimos bajo la gracia sabemos que Dios no nos castiga, no nos manda enfermedades, ni accidentes ni mucho menos manda alguien para que nos pegue, y sabemos que nuestro comportamiento tiene consecuencias naturales (si robamos alguien nos denuncia y podemos ir a la cárcel, si me alimento mal puedo enfermarme, si fumo puedo llegar a tener cáncer, si no tomo los medicamentos que me indica el doctor, puedo volver a enfermarme; si manejo mal mi dinero un día podré terminar en la bancarrota) esas son consecuencias naturales de nuestros actos, no castigos divinos. En otro post compartiré por qué los castigos no son eficaces y qué alternativas tenemos a éstos.
Lo importante que nos enseña este padre con el amor inmerecido es que él sabía que la gracia es lo que conduce al arrepentimiento.
2. Amor incondicional
Este padre amoroso no condicionó su cariño al comportamiento de su hijo. Lo mismo debemos hacer nosotros. Nuestros hijos deben saber que hagan todo bien o hagan todo mal, nosotros nunca los dejaremos de amar, nunca los abandonaremos ni rechazaremos porque de esa manera es como nos ama Dios.
Cuando tu hijo tiene una rabieta, cuando está tirado en el suelo por aquel helado que no es momento de comprarle, no lo dejes solo, no le grites, menos le pegues. Mantente firme en tu decisión pero no niegues nunca amor y consuelo. Ponte a su altura, ofrece consuelo, abrázalo (si él lo permite), que sienta que ese comportamiento no lo define, que por eso no es un mal niño ni un malcriado. Dile con pocas palabras que no es momento de helados, dile que entiendes lo mucho que quería eso ahora, pero no se puede por X razón.
Si ante un berrinche el adulto grita más o golpea, ya tenemos 2 personas con berrinche. Ofrece tú el ejemplo de autocontrol y ofrece un camino sano para su enojo.
Cuando tu hijo haga algo mal, enséñale la forma correcta, pero nunca le quites tu amor.
3. Identidad
Cuando el padre ve a lo lejos que su hijo está regresando, corre hacia él, lo busca y en lugar de llenarlo de calificativos y críticas como: "¿ya ves?", "¡te lo dije!", "bueno para nada", "¡aprende de tu hermano mayor!"; en lugar de todo esto indica a sus empleados que le traigan la mejor ropa, le pongan un anillo en el dedo, maten al ternero más gordo y hagan una gran fiesta. Y grita muy emocionado: "¡mi hijo ha regresado!". No regresó el malcriado, el rebelde, el insolente. Este padre le hizo sentir a su hijo que él importaba, que él valía, que su padre lo amaba, que se sentía feliz de haber regresado.
Sabes, un comportamiento rebelde, hostil, "malcriado", de nuestros hijos, siempre esconde una necesidad. Tal vez te están pidiendo más tiempo contigo, tal vez reniegan que te vean tan poco, tal vez están hartos de tanta crítica, tal vez estás siendo muy exigente, tal vez algo lo atemoriza, tal vez el sistema educativo no se ajusta a sus necesidades, tal vez están muy cansados, tal vez tienen hambre o sed y un sin fin de razones que debemos analizar para descubrir qué pasa con ellos.
Pero la parábola no acaba con la fiesta para el hermano menor. Pasa algo también con el hermano mayor cuando éste regresa del campo y se entera que su padre le ha hecho una fiesta a su hermano. Tenemos un hermano mayor molesto, frustrado, y celoso. Ese resto de la historia, lo examinaremos en el siguiente post.
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Si deseas puedes revisarla, está en Lucas capítulo 15 versos 11-31.
En resumen, se trata de un padre con 2 hijos. El hijo menor le pide a su padre que le dé por adelantado la parte de su herencia. Su padre se la da, y el hijo se va y la despilfarra en vicios y mujeres hasta que lo pierde todo. Entonces decide buscar trabajo para poder comer algo, y consigue empleo como cuidador de cerdos. En ese momento, deseaba poder comer aunque sea la comida que tenían los cerdos y piensa que aún los empleados de su padre tienen mejor comida, entonces decide regresar a pedirle que lo reciba, que no lo reconozca como su hijo pero que le permita ser al menos su empleado. Cuando su padre lo ve a lo lejos corre hacia él, lo abraza, lo besa y le hace una gran fiesta de bienvenida.
Vamos a ver ahora cuánto nos enseña Jesús sobre crianza en esta parábola:
1. Amor inmerecido (Gracia)
Lo primero que me llama la atención de esta parábola es que el hijo no regresa a la casa porque se arrepiente de su comportamiento. Este hijo regresa porque tiene hambre y se le acabó todo el dinero.
¿Qué debería hacer un padre con un hijo después de haberse gastado todo el dinero de su herencia? Estamos hablando que no es sólo mucho dinero sino que son años de esfuerzo y trabajo que le debe haber costado a su padre. Es todo un legado desperdiciado y el apellido de su padre manchado.
¿Debería castigarlo? ¿Debería reprocharle?
Este hijo desechó todo el esfuerzo de años de padre de la peor manera, pero su padre lo recibió con los brazos abiertos y le hizo una gran fiesta, le dió lo que su hijo no merecía, eso es gracia.
¿Eso quiere decir que debo apañar todos los malos comportamientos de mi hijo? En lo absoluto, nuestros hijos deben saber que sus acciones tienen consecuencias, pero consecuencias naturales, no consecuencias disfrazadas de castigos. Los que vivimos bajo la gracia sabemos que Dios no nos castiga, no nos manda enfermedades, ni accidentes ni mucho menos manda alguien para que nos pegue, y sabemos que nuestro comportamiento tiene consecuencias naturales (si robamos alguien nos denuncia y podemos ir a la cárcel, si me alimento mal puedo enfermarme, si fumo puedo llegar a tener cáncer, si no tomo los medicamentos que me indica el doctor, puedo volver a enfermarme; si manejo mal mi dinero un día podré terminar en la bancarrota) esas son consecuencias naturales de nuestros actos, no castigos divinos. En otro post compartiré por qué los castigos no son eficaces y qué alternativas tenemos a éstos.
Lo importante que nos enseña este padre con el amor inmerecido es que él sabía que la gracia es lo que conduce al arrepentimiento.
2. Amor incondicional
Este padre amoroso no condicionó su cariño al comportamiento de su hijo. Lo mismo debemos hacer nosotros. Nuestros hijos deben saber que hagan todo bien o hagan todo mal, nosotros nunca los dejaremos de amar, nunca los abandonaremos ni rechazaremos porque de esa manera es como nos ama Dios.
Cuando tu hijo tiene una rabieta, cuando está tirado en el suelo por aquel helado que no es momento de comprarle, no lo dejes solo, no le grites, menos le pegues. Mantente firme en tu decisión pero no niegues nunca amor y consuelo. Ponte a su altura, ofrece consuelo, abrázalo (si él lo permite), que sienta que ese comportamiento no lo define, que por eso no es un mal niño ni un malcriado. Dile con pocas palabras que no es momento de helados, dile que entiendes lo mucho que quería eso ahora, pero no se puede por X razón.
Si ante un berrinche el adulto grita más o golpea, ya tenemos 2 personas con berrinche. Ofrece tú el ejemplo de autocontrol y ofrece un camino sano para su enojo.
Cuando tu hijo haga algo mal, enséñale la forma correcta, pero nunca le quites tu amor.
Yo quiero que cuando mi hijo se equivoque venga a mi, no se aleje de mi.
3. Identidad
Cuando el padre ve a lo lejos que su hijo está regresando, corre hacia él, lo busca y en lugar de llenarlo de calificativos y críticas como: "¿ya ves?", "¡te lo dije!", "bueno para nada", "¡aprende de tu hermano mayor!"; en lugar de todo esto indica a sus empleados que le traigan la mejor ropa, le pongan un anillo en el dedo, maten al ternero más gordo y hagan una gran fiesta. Y grita muy emocionado: "¡mi hijo ha regresado!". No regresó el malcriado, el rebelde, el insolente. Este padre le hizo sentir a su hijo que él importaba, que él valía, que su padre lo amaba, que se sentía feliz de haber regresado.
Sabes, un comportamiento rebelde, hostil, "malcriado", de nuestros hijos, siempre esconde una necesidad. Tal vez te están pidiendo más tiempo contigo, tal vez reniegan que te vean tan poco, tal vez están hartos de tanta crítica, tal vez estás siendo muy exigente, tal vez algo lo atemoriza, tal vez el sistema educativo no se ajusta a sus necesidades, tal vez están muy cansados, tal vez tienen hambre o sed y un sin fin de razones que debemos analizar para descubrir qué pasa con ellos.
Pero la parábola no acaba con la fiesta para el hermano menor. Pasa algo también con el hermano mayor cuando éste regresa del campo y se entera que su padre le ha hecho una fiesta a su hermano. Tenemos un hermano mayor molesto, frustrado, y celoso. Ese resto de la historia, lo examinaremos en el siguiente post.
"Ama a tus hijos cuando menos lo merezcan, porque será cuando más lo necesiten"
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